martes, 21 de febrero de 2012

Crítica de cine - Camino a perdición

¡Hola turbados!

Es mi afán hacer siempre que puedo crítica de películas que merezcan la pena ser vistas. Para hacerlas de las demás, ya están esos siempre socorridos y aparentemente nunca suficientes destroyers que se encargan de filtrar toda la basura que emana de esa fábrica de pesadillas a la que llaman Hollywood.
Hoy le toca a "Camino a la Perdición".

Camino a la perdición es una de esas escasas adaptaciones de cómics que demuestran que cualquier historia, en manos de las personas adecuadas, es algo digno de ver. Sam Mendes nos cuenta la historia de Michael Sullivan, un gangster en la época de la gran depresión y la ley seca en Estados Unidos. Uno de esos mafiosos al estilo de John Dillinger que trabaja para el señor Rooney, un traficante de alcohol.
Michael está casado y tiene dos hijos, Peter y Michael Jr., a los que a conseguido mantener apartados de su doble vida como asesino de la mafia. Sin embargo, todo cambia la noche en la que su hijo Michael decide esconderse en el coche de su padre para averiguar exactamente en qué trabaja.
Desde ahí parte una historia de venganza y pérdida que sirve como telón de fondo para el auténtico argumento de la película: la relación entre Michael y su hijo.

La película comienza con Michael Jr. mirando al mar de pie, solo. Entonces su voz en off nos dice: "se cuentan muchas historias sobre Michael Sullivan. Algunos dicen que era un hombre bueno; otros, que no había ni una pizca de bondad en él. Pero yo viajé con él seis semanas en el invierno de 1931. Esta es nuestra historia".
Es un inicio que marca la melancolía general en la que se mueve la película y que tal vez sea su único defecto: la seriedad del film puede llegar a ser asfixiante si no se va prevenido de que no hay ni una sola escena que nos saque de la tragedia de la historia.

Cada uno de los planos están tomados a conciencia, aprovechando tanto el lenguaje visual que, cuando termina la película, te das cuenta de que realmente las conversaciones entre los dos protagonistas no son abundantes y que, mayormente, son banales.
Impresionante las interpretaciónes de Tom Hanks como Sullivan y Jude Law como su antagonista, pero sobre todo la de Paul Newman, dotando de un dramatismo increíble a un personaje al que otros actores habrían dejado ser un mero secundario de manual.

La banda sonora es de esas que parecen haber nacido con la película. En cada momento encuentra un ritmo sobrio y tranquilo que acompaña a las imágenes resaltándolas y sobresaliendo en los puntos álgidos de la historia.
Sin duda una película que (siempre que tengas ganas de deprimirte un poco) nadie se debería perder. Una de esas que aparecen cada demasiado tiempo para aprovechar un estilo que parecía trillado haciendo una obra de calidad y de indudable factura técnica.

De si Michael Sullivan era un hombre bueno o no había ni una pizca de bondad en él no diré nada. Es algo que el espectador descubrirá... cuando concluya la película.

No hay comentarios:

Publicar un comentario